Para las redes sociales y las plataformas de búsqueda en línea, los nubarrones se han ido acumulando durante años, y ahora parece que por fin va a llover con fuerza.
Me refiero a la controvertida cuestión de los contenidos para adultos fácilmente accesibles a los niños y al hecho cada vez más evidente de que quienes no tomen medidas serias para impedirlo tendrán que rendir cuentas.
Y quizás el caso que se convertirá en emblemático cuando echemos la vista atrás a este periodo será el asesinato de Brianna Ghey.
Brianna, que era transexual, tenía 16 años cuando la mataron a puñaladas el pasado febrero. Más tarde se supo que uno de sus asesinos, que entonces sólo tenía 15 años, había podido acceder a lo que se denomina la web oscura, un navegador de Internet encriptado frecuentado por delincuentes. Allí había visto vídeos “snuff” de la vida real, que mostraban torturas y asesinatos, lo que contribuyó a su fantasía de matar a Brianna; una fantasía que, en colaboración con otra chica de 15 años, representó de verdad.
Desde el asesinato y las consiguientes condenas, la madre de Brianna, Esther Ghey, se ha convertido en una destacada y elocuente defensora de la cuestión del acceso de los niños a contenidos para adultos en Internet.
Es cierto que es poco probable que algunos de los temas sobre los que está haciendo campaña se conviertan en política a corto plazo; por ejemplo, ha lanzado una petición para que se prohíban los teléfonos inteligentes a los menores de 16 años, lo que probablemente sea ir demasiado lejos para el gobierno por ahora. Pero gran parte de lo que dice Ghey coincide no sólo con la opinión pública en general, sino también con la de los responsables políticos.
La señal más clara de que sus opiniones se están convirtiendo en la corriente dominante en los círculos gubernamentales se produjo en una ronda de recientes anuncios y declaraciones a los medios de comunicación por parte del regulador, Ofcom.
El Parlamento ya ha aprobado una ley, la Ley de Seguridad en Línea, y Ofcom está consultando ahora sobre cómo se aplicará, y el plazo de presentación de propuestas se cerrará en unas semanas.
Lo que parece seguro es que Ofcom apuntará a las plataformas populares entre los adolescentes más jóvenes, como Instagram, YouTube, TikTok y decenas de miles de plataformas más pequeñas, con nuevas advertencias sobre contenidos que van desde representaciones de autolesiones a pornografía, y la perspectiva de enormes multas para quienes no actúen para restringir el acceso.
Y en el centro de este inminente cambio va a estar la verificación de la edad.
El regulador empezará pronto a presionar a las empresas tecnológicas para que instalen mejores controles de edad, filtros más sólidos y clasificaciones de contenidos, porque cuando entre en vigor el nuevo sistema sólo tendrán tres meses para realizar sus evaluaciones inaugurales de riesgos para la seguridad infantil.
El gobierno ha dicho en repetidas ocasiones que quiere que el Reino Unido sea el lugar más seguro del mundo para conectarse a Internet. Y puedes apostar a que el resto del mundo seguirá todo esto muy de cerca.
Si el agresivo planteamiento del Reino Unido de responsabilizar a los gigantes tecnológicos de una verificación creíble de la edad se percibe como un éxito, puedes estar seguro de que rápidamente veremos cómo se adoptan políticas similares en todo el mundo. Así que todo esto es de gran importancia para cualquier persona del sector tecnológico en cualquier lugar, no sólo en el Reino Unido.
Y es un escenario que en TMT ID también observamos con gran interés. Porque la verificación de la edad de los clientes es una de nuestras funciones principales.
De hecho, es bastante sencillo hacerlo de forma rápida, barata y con un alto nivel de calidad.
En TMT podemos verificar la edad de un usuario y darle seguridad basándonos en la información de su cuenta móvil en tiempo real, y no requiere que nadie cargue o escanee documentos como el carné de conducir o el pasaporte.
No es ciencia espacial, es ciencia móvil.
Pero muchas plataformas -sobre todo las de medios sociales- se han resistido durante mucho tiempo a insistir en vincular a un usuario a un dispositivo móvil porque han antepuesto el crecimiento del número de usuarios a cualquier otra consideración.
Parece que ahora por fin puede cambiar.
Porque, dejando a un lado las cuestiones morales y éticas implicadas en toda la cuestión, va a ser crucial disponer de protocolos sólidos por otra gran razón: el dinero.
Predigo con seguridad que Ofcom no dispondrá de los recursos que necesitaría para investigar todas las plataformas existentes. En su lugar, irá a por lo que perciba como objetivos fáciles o de alto perfil, probablemente una mezcla de ambos, y les impondrá multas masivas, con la esperanza de asustar a todos los demás para que cumplan.
Y quiero decir masivas: se habla de multas por incumplimiento de hasta el 10% de la facturación anual. No de los beneficios, sino de la facturación. Si se impusieran a Instagram, por ejemplo, les costarían de golpe unos 350 millones de libras.
Durante mucho tiempo se ha comparado Internet con el Salvaje Oeste. Y a lo largo de los años varias administraciones han enviado alguaciles para intentar limpiarlo. Es poco probable que este último intento tenga mucho efecto en los rincones más sombríos y oscuros de la red, pero podría obligar a sus principales actores a realizar cambios sistémicos.
Con Esther Ghey a su lado, Ofcom no parece dispuesta a dar marcha atrás.
Last updated on mayo 16, 2024
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