Durante la última década, los servicios de inteligencia rusos han estado asociados a todo tipo de actividades, desde intentar influir en los resultados de las sucesivas elecciones occidentales hasta crear la desinformación que alimentó los disturbios que asolaron el Reino Unido la semana pasada.
Para la mayoría de la gente, esto convierte a Rusia en un Estado delincuente al que sólo cabe condenar, pero para algunos miembros de la clase de los defraudadores digitales, esta asociación con la ciberdelincuencia convierte al país en un admirable modelo a seguir.
Esto quizá explique por qué la mayor banda de teléfonos falsos jamás descubierta en el Reino Unido se hacía llamar Russian Coms.
La banda no tenía ninguna relación con Rusia, aparte de que, al parecer, pensaba que el alcance malévolo de su ejército de bots en las redes sociales era bastante guay. Pero como estrategia de marketing del hampa -desplegada en plataformas como Snapchat, Instagram, TikTok y Telegram- evidentemente funcionó bastante bien.
Porque, durante un periodo de tres años, desde 2021 hasta que sus organizadores fueron detenidos en Londres a principios de este año, Russian Coms había estado cobrando a cientos de usuarios un pago inicial de unas 1350 libras, seguido de una cuota mensual de 350 libras, todo ello pagado en criptomonedas.
La banda vendía terminales que parecían teléfonos móviles normales, pero que podían utilizarse para realizar llamadas falsas. Éstas parecían proceder de cualquier número de su elección, de modo que los receptores de las llamadas podían ser persuadidos de que les llamaba su propio banco u otra organización de confianza similar.
Además de la suplantación de números, los servicios adicionales incluían una función que podía alterar la voz de las personas que llamaban y suavizar los acentos para hacerlos más creíbles, y una función de “borrado instantáneo del teléfono” que permitía eliminar todos los datos con un solo movimiento del teléfono. Útil durante una redada policial.
El fraude más común para el que se utilizaban consistía en suplantar el número del banco de la víctima antes de convencerla de que su cuenta había sido objeto de una actividad fraudulenta y persuadirla de que transfiriera sus activos a otra cuenta para “salvaguardar” sus ahorros. En lugar de eso, el dinero desaparecía para siempre.
También se utilizaron en fraudes románticos y otras estafas. Y la magnitud de los fraudes relacionados con los embaucadores teléfonos de la banda era realmente extraordinaria.
Se utilizaron para realizar más de 1,3 millones de llamadas a unos 500.000 números de teléfono del Reino Unido. Y a diferencia de algunas estafas de phishing basadas en SMS o en las redes sociales, en las que la proporción entre las personas contactadas y las engañadas es muy baja, éstas eran muy selectivas y, por tanto, también muy eficaces, con un índice de aciertos aterradoramente alto.
Consiguieron estafar a la asombrosa cifra de 170.000 personas sólo en el Reino Unido. La pérdida media sufrida por cada uno de ellos se ha calculado en casi 9.500 libras, y algunas víctimas han perdido cientos de miles de libras.
Y eso era sólo el extremo británico de la operación.
A nivel internacional, se realizaron llamadas a personas de 107 países diferentes, entre ellos Estados Unidos, Nueva Zelanda, Noruega y Francia.
Así pues, desarticular el tinglado fue un logro del que la Agencia Nacional contra el Crimen se sintió orgullosa y fue debidamente anunciado a los canales de noticias a principios de este mes con cierta floritura.
Pero la cruda realidad es que otras bandas que ofrecen el mismo servicio no van a seguir los pasos de Russian Coms: es casi seguro que ya están operando. Y la pesadilla de ser estafado por alguien en quien crees que puedes confiar le va a ocurrir a mucha más gente.
Bueno, la conclusión de esta lamentable saga tiene que ser: no te creas el número de llamada que aparece en la pantalla de tu teléfono. Y diles a tus hijos y a tus padres que no lo hagan. Díselo y sigue diciéndoselo.
Creo que la mayoría de la gente ya se ha hecho a la idea de que no debes compartir un número PIN bancario con nadie, ni siquiera con tu propio banco. Y tampoco debes creer que es tu banco el que te llama sólo porque alguien lo diga y el número desde el que parece llamar parezca correcto.
No te fiarías de alguien que apareciera en la puerta de tu casa diciéndote que necesitas mover miles de libras de una cuenta a otra para mantenerlas a salvo. Por tanto, no deberías creer a una persona que te diga lo mismo por teléfono sólo porque creas reconocer el número desde el que te llama.
Es frustrante para los especialistas en seguridad de telefonía móvil como nosotros enterarnos de estos casos tan sombríos, porque habríamos sido capaces de identificar cada una de estas estafas en una fracción de segundo: nuestras comprobaciones instantáneas de los datos de tel com en directo pueden y proporcionarán una señal de alarma instantánea para números como éste, que no son lo que pretenden ser.
Pero la víctima media nunca llega a comprobar el número de llamada: así es como los estafadores se salen con la suya.
Los bancos conocen tan bien estas estafas que ya no llaman a los clientes si no es con cita previa, en un intento de restar verosimilitud a dichas llamadas.
Por tanto, si alguien te llama diciendo que es de tu banco, puedes colgarle. Y si quieres estar seguro, vuelve a llamar al banco a un número reconocido -el que figura en el reverso de tu tarjeta bancaria, idealmente- y pregúntales si acaban de llamarte. La respuesta será que no. Y la consecuencia será que te habrás salvado de convertirte en la última víctima de las nuevas Coms rusas.
Last updated on febrero 18, 2025
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