Fue una de las estafas más ridículas que he visto nunca. Los aficionados del Liverpool aún no se habían recuperado del bombazo que supuso la noticia de que su popularísimo y exitoso entrenador Jürgen Klopp iba a dejar el club después de nueve años, lo que desató la especulación mundial sobre quién le sucedería. La primera de las sugerencias fue la de un antiguo jugador del Liverpool, Xabi Alonso, cuya carrera como entrenador en el Bayer Leverkusen ha empezado con especial fuerza, lo que le ha convertido en uno de los primeros favoritos de la afición.
Y fue entonces cuando los defraudadores vieron una oportunidad.
Clonando la cuenta de Instagram de Alonso, iniciaron una supuesta campaña de crowdfunding. ¿Por qué era tan ridículo? Se enmarcó como que Alonso pedía ayuda económica para viajar de Alemania a Liverpool para entrevistarse para el puesto. La idea de que un futbolista de la Premier League reconvertido en cotizado entrenador -con una expectativa salarial anual en torno a los 10 millones de libras- pidiera contribuciones individuales de 6,40 libras para contribuir a sus planes de vuelo como si fuera un estudiante mochilero sin recursos causó una hilaridad generalizada. Era absurdo, sí, pero no tanto como para que la policía de la Tailandia futbolística (donde parece que se originó y circuló más ampliamente) pensara que podía ignorarlo: y se difundió oficialmente una advertencia de no caer en la estafa.
Vale, esta estafa en concreto era tan burda que, al menos al principio, probablemente sólo habría un puñado de personas que hubieran caído en ella.
Pero, de un modo perverso, puede que las muchas personas que se burlaron de lo malo que era, haciéndolo viral, hayan ayudado a los estafadores.
¿Cómo? Bueno, una víctima puede ser alguien que no sea ni mucho menos el lápiz más afilado, o alguien que esté especialmente cansado, o quizá borracho, o que tome una medicación fuerte. Alguien, cualquiera de estas categorías podría ver la estafa. Y si lo ven porque se lo ha reenviado alguien que conocen y en quien confían -alguien que lo reenvía porque cree que es gracioso y no porque quiera que alguien pague- pueden pasar por alto este punto crucial. Pueden malinterpretarlo. Puede que sólo lo registren a medias y luego, sin pensar bien lo que están haciendo, sin leerlo todo ni reflexionar sobre cómo no puede ser verdad, pingarán el dinero. Como si su amigo les pidiera una pequeña contribución benéfica para una marcha patrocinada.
Es una cantidad tan pequeña -6,40 £- que puede parecerles más fácil y rápido hacer ping que pensar en ello. Y digamos que sólo una de cada 1.000 personas que lo ven responde de esta manera: eso sigue significando que, si los estafadores consiguen que su post viral sea visto por 10 millones de personas, eso representaría un golpe de 64.000 £. No está nada mal para una broma de mal gusto. Y, con toda probabilidad, cualquiera que responda volverá a ser objeto de ataques muy pronto, porque su número quedará almacenado como un blanco fácil.
En términos más generales, creo que la historia de esta ridícula estafa futbolística nos lleva a un punto serio sobre dónde estamos con el fraude. Y es que el fraude está ahora en todas partes, impregnando todos los ámbitos, todos los países, todos los estratos de todas las sociedades. Érase una vez, quizá hace 15-20 años, el número y el alcance de las estafas era extremadamente limitado. “Mi tío murió y dejó una mina de diamantes valorada en 10 millones de dólares y necesito tu ayuda para acceder al dinero” era el ejemplo clásico. Pero desde entonces el ecosistema del fraude se ha expandido exponencialmente y ahora hay intentos de trampas de fraude en cualquier cantidad de nichos y áreas temáticas. Y aunque algunos son burdos -como en el caso de los billetes de avión de Alonso-, el auge de la IA está haciendo que esto sea la excepción y no la regla. Tanto es así que ya casi nada puede tomarse al pie de la letra.
Entonces, ¿qué hay que hacer? En TMT Analysis estamos especializados en poder distinguir entre lo real y lo falso. Y la forma más eficaz de hacerlo es examinar la integridad del número de móvil vinculado a cualquier persona o transacción. Su historial de datos y su estado en directo pueden decirnos tanto o más sobre su usuario que cualquier herramienta de verificación tradicional.
Y aunque los jugadores de a pie -los aficionados del Liverpool que invierten en fichar a Xabi Alonso, por ejemplo- no tengan acceso a los datos en directo de calidad que podemos utilizar para ayudar a nuestros clientes empresariales, pueden adaptar algunas de nuestras funciones básicas.
Y preguntarse: ¿es esto realmente lo que pretende ser? En este caso, esto iría seguido de preguntas complementarias. ¿Está alojado en una plataforma que reconozco y en la que confío? ¿Coinciden las cifras de seguidores de las cuentas con lo que cabría esperar? Si se trata de financiación colectiva, ¿puedo ver a otros contribuyentes y un total actualizado de cuánto se ha recaudado, como cabría esperar? Y así sucesivamente. Como sociedad, estamos inmersos en una guerra contra el fraude.
Será una guerra larga y ardua y habrá muchas bajas. Estas víctimas serán personas demasiado confiadas, demasiado rápidas para actuar sin pensar, demasiado despreocupadas en cuanto a la seguridad de las contraseñas, etc. Todos debemos recordar que no debemos tomarnos nada al pie de la letra, sobre todo en Internet o ante cualquier mensaje o llamada no solicitados. Nunca se nos recordará lo suficiente, y el mensaje viral de Alonso en ese sentido puede haber servido para algo.
Last updated on marzo 4, 2024
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